Cuando
hablamos de granadinos que rasguean sus guitarras y aporrean sus
tambores al estilo más indie-pop del país, inmediatamente nuestra mente
nos transporta a los intachables Planetas. Sin embargo, está vez no nos
referimos a ellos. Siguiendo la estela de sus predecesores, Lori Meyers
ha conseguido un merecidísimo puesto de honor no sólo entre las grandes
bandas andaluzas, sino también entre los mejores grupos a nivel
nacional. Y ya han pasado 8 años desde el lanzamiento de su disco debut,
"Viaje de estudios"; 8 años de trabajo, actuaciones, viajes y esfuerzo
que se han comprimido en 4 conciertos y 4 días en la conocida sala
madrileña Joy Eslava. Pero no era un evento cualquiera, está vez no. La
idea de partida era la siguiente: dedicar cada noche a uno de sus
discos, empezando el miércoles con el primero de ellos, al que le
continuaría una gran velada de jueves en "Hostal Pimodán". En tercer
lugar, el viernes pasó a escena "Cronolánea" y como fin de fiesta, se
pudieron saborear los acordes de "Cuando el destino nos alcance" en la
noche del sábado.
Sin desmerecer el trabajo de
los conciertos anteriores y aunque los seguidores del estilo loridiano
pudieran adquirir abonos para los 4 días, las actuaciones que se
masificaron fueron las del fin de semana, que para pena de muchos
empezaba el viernes. El público impaciente por el retorno de los
granadinos a Madrid agotó enseguida las entradas para la pop-party del
sábado, por lo que la organización decidió poner a la venta 50
localidades más para dar rienda suelta al renacimiento ochentudo de su
cuarto disco.
Saturday night y la sala
repleta, como ya se podía presagiar. Ansia, ganas de bailoteo, aplausos
nerviosos y la mítica cola del ropero esperaban a los de Noni en su
particular pista de baile. Y allí aparecen ellos, los seis más esperados
de la noche, elegantemente trajeados, atuendo que principalmente les ha
caracterizado a lo largo de su última gira. Asistíamos de nuevo junto a
nuestros granadinos a una cita con el destino y la sensación de estar
recibiendo una buena dosis de música con declaraciones tan especiales
como inesperadas.
¡Comienza el espectáculo! Un
espectáculo que podría estar dividido en tres partes de antemano. "Mi
realidad" fue la encargada de abrir la caja de sorpresas en una de sus
versiones acústicas más arriesgadas. Pero los botes del público no se
hicieron esperar con canciones tan fascinantes como "Corazón elocuente" o
"Ahá han vuelto". A estos ritmos ochenteros logró adaptarse Jorge,
percusionista de Vetusta Morla, que junto a Niños Mutantes fueron los
grandes colaboradores de la noche. Tras laureados éxitos del destino y
después de un pequeño descanso, llegó el momento de las nuevas
composiciones. El fenómeno fan se sumergió en un inevitable silencio
provocado por el afán de escuchar las novedades que Lori Meyers están
preparando para su próximo disco. Pero aún quedaba el plato fuerte de la
noche, la tercera y última aparición de los lojeños sobre el escenario.
Se asomaron entonces con más fuerza que nunca "Ham-a-cuckoo", "Dilema" o
su gran conocida "Luces de Neón", canciones que no pertenecían a su
último album, pero que quisieron compartir con un público totalmente
entregado. Y no podía ser otra que "Mi realidad" de nuevo, la
culminación de la noche entre globos, confeti y churros con chocolate
para todos.
Silbidos en el aire, papelillos
flotando, gritos eufóricos e incluso la camisa blanca de Noni volando
entre el público fueron la nota final de la singularidad de tan
majestuoso evento. Con un "Hasta siempre" se despedían, confirmando una
noche más el impulso que canción tras canción les otorga su tremendo
directo.
Texto: Los amantes de Alcoy
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