11.09.2012

Vetusta Morla ¡Hasta Pronto!


Tras 18 meses sin descanso y 107 conciertos en esta temporada, Vetusta Morla cerró
la gira en casa de la mejor manera: cuatro sesiones de buena música en el Teatro
Circo Price junto a lo que ellos llaman la OSRM (Orquesta Sinfónica de la Región de
Murcia). En principio, tan sólo iban a ser dos las sesiones para el día 27 de octubre,
pero ante la gran avalancha de compra de entradas que colgó el cartel de SOLD OUT
el mismo día de su puesta a la venta, decidieron volver al escenario el domingo con dos
conciertos más.

Ronda de Atocha, seis de la tarde. La gente se agolpa en las puertas del teatro ansiosos
de dosis de música. Y la tuvieron. Ya dentro, los acomodadores avisan: “Vayan
sentándose, el aforo está completo”. Humo en el aire para crear una atmósfera de
misterio, aunque todos podían hacerse a la idea de lo que iban a ver. Llevaban meses
escuchando el concierto que los de Tres Cantos dieron en Murcia con la OSRM en
beneficio de Lorca. Pero dieron la sorpresa y abrieron el espectáculo tan sólo dos de
sus componentes. Allí aparecieron Guillermo con la guitarra y Pucho con la voz como
únicos instrumentos. No hicieron falta los micrófonos. Afortunados los de las primeras
filas, que podían notar su aliento. Sonaron Pequeño desastre animal y Los buenos,
enmudeciendo las butacas.

Así empezaba todo: un gran concierto acústico para preparar lo que sería una fiesta en
toda regla.

Y entonces la pantalla se encendió y nos recordó el verdadero motivo de esa simbiosis
con la orquesta: Lorca. Los 60 miembros de la agrupación entraron en escena, dando
paso al momento tan esperado. Escudo humano fue la encargada de abrir función entre
ambos, aunque el crescendo de Maldita Dulzura fue el que definitivamente erizó los
sentidos e hizo levantarse al público. Hubo tiempo para todo: chistes, risas, lágrimas,
bailes, palmas y silencio. Silencio total en Los Días Raros. Magistral.

La pantalla volvió a iluminarse con un breve resumen de lo que la gira había dado de sí.
Con todo esto, parecía que el concierto se daba por finalizado. Y entre la confusión de
la gente, Vetusta volvía a la carga. Esta vez con toda su artillería: guitarras y tambores
sonaban a lo que nos tienen acostumbrados. Sorpresa eléctrica para hacer bailar a
todos: niños, adolescentes, adultos… Y cuando cuadraron el círculo en su perfección,
se despidieron hasta dentro de meses o incluso años. “Volveremos”, anunció Pucho,
porque “vosotros sois lo que nos hace grandes”.
AidaStylo

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